ÁFRICA, FÚTBOL EN PROGRESIÓN.

En los mundiales anteriores al S.XX pudimos observar como las selecciones que representaban al continente africano solían anclarse en su condición de cenicienta para desarrollar papeles fundamentalmente corales en los grupos y aportar colorido a las gradas, si bien sólo recordamos  algunas actuaciones épicas, como la de la selección de Camerún en Italia ´90, que con un equipo desconocido para el gran público alcanzó los cuartos de final, marcando el inicio del camino progresista para los africanos.

Este papel secundario se siguió tornando y alcanzó su momento de mayor auge con la memorable actuación de los jóvenes nigerianos en los Juegos Olímpicos de Atlanta ´96, donde las “águilas verdes” eliminaron en semifinales a la famosa selección brasileña, que  contaba en su plantel con talentos emergentes como Ronaldo o R. Carlos, y a la que derrotaron contra todo pronóstico por 4-3. De igual modo, en la gran final dejaron en la cuneta a Argentina por 3-2. Destacó sobremanera la figura en este torneo del delantero nigeriano Kanu, nombrado jugador más valioso y cuyo fútbol estilista sorprendió a propios y extraños.

 

El descubrimiento al mundo de estos jóvenes futbolistas provocó en los clubes europeos un sentimiento de exploración por un producto desconocido hasta entonces, y de esta mina se fueron extrayendo talentos posteriormente pulidos en Europa y que han dado réditos extraordinarios, como muestran las carreras de jugadores consagrados en la élite, los casos de Drogba, Eto´o, Essien, Kanouté, o Adebayor son un buen ejemplo de ello.

Aquí se produce un desarrollo encadenado: el prototipo de deportista africano está dotado físicamente de unas condiciones excelentes, sentado en las bases fundamentales de potencia física y velocidad. Estos jugadores, al desembarcar en Europa, completan su formación adquiriendo los conceptos tácticos y técnicos. Esta mezcla provoca que la materia prima de la que se disponía en un principio pase a ser un producto finalizado, y el resultado es que estos jugadores son parte fundamental del éxito deportivo de los equipos de élite. Hoy día, gracias a la globalización de las canteras encargadas en captar a jóvenes talentos, estos jugadores llegan a edades más tempranas a Europa, con lo que su proceso de formación tanto a nivel social (asimilación de la cultura), como personal está más arraigado.

 

Con vistas al futuro, de cara al próximo Mundial de Sudáfrica se divisan cinco conjuntos que sobresalen sobre el panorama medio africano: Egipto, Costa de Marfil, Camerún, Ghana y Nigeria.

De este quinteto de combinados, quizás la que proponga un fútbol más vistoso sea Egipto, cuya liga es la más potente de África. La que reúne un mayor abanico de estrellas probablemente sea Costa de Marfil, cuyos principales puntales rallan a buen nivel en clubes punteros de Europa.

 

En definitiva, tal vez las claves para continuar con el progreso africano y dar el salto definitivo pasen por un mayor desarrollo táctico a la hora de competir a nivel internacional (se está solucionando con la llegada de entrenadores  foráneos), así como que los millones de niños que practican el fútbol en las calles africanas rodeados de pobreza sigan manteniendo esa gran  ilusión por tener una oportunidad que les permita triunfar y sacar adelante a sus familias, ya que la cantera africana es inagotable y augura un futuro esperanzador.