LA SEVILLA DESCONOCIDA. PLAZA DEL DUQUE DE SEVILLA O COMO DESTRUIR JOYAS URBANAS POR UN PUÑADO DE ROPA

De oídas por mis padres conocí algo sobre esta historia, pero cuando una es infante no se preocupa por estas cosas, solo piensa en jugar, pero desde hace algún tiempo me gusta investigar sobre la Sevilla desconocida y fijaros en lo interesante que es lo que he encontrado.

Supongo que todos sabéis de sobra cual es el Corte Inglés del Duque ¿no? bueno, pues procedo a contaros una historia que os pondrá los pelos de punta.

Miguel Sánchez-Dalp y Calonge nació en Aracena el 19 de enero de 1871 y falleció en Sevilla el 21 de febrero de 1961, con 90 años de edad. Entre sus principales aportaciones a la ciudad estuvo la casa palacio de la plaza del Duque de la Victoria (1908-1916), una verdadera preciosidad que cayó bajo la piqueta en los nefastos años sesenta junto con el palacio del Marqués de Palomares, el palacio Cavalieri, el Hotel Venecia, el Teatro Duque y el Colegio Alfonso X El Sabio.

Es de suponer que con las actuales políticas de protección y restauración de nuestro patrimonio urbano, la destrucción injustificada, alevosa, que sufrió la Plaza del Duque de Sevilla, allá por los 60, hizo que se destruyera  un entorno histórico, referente de arquitecturas de esas que forman parte de la identidad de una ciudad, hoy no se hubiera consentido ni producido. Sin los palacios de Sánchez-Dalp, del marqués de Palomares y el de los Cavalieri, además del Hotel Venecia, el teatro del Duque y el Colegio de Alfonso X el Sabio, la plaza del Duque perdió su personalidad.

A mediados de 1966, el fundador de El Corte Inglés, Ramón Areces, inicia las negociaciones para el derribo del palacio de Miguel Sánchez Dalp, el del Marqués de Palomares y el colegio Alfonso X El Sabio, con el entonces alcalde José Hernández Díaz, prestigioso catedrático de ¡¡Historia del Arte!!, cuya gestión continuaría su predecesor Félix Moreno de la Cova siendo gobernador de Sevilla José Utrera Molina, quien al poco ocupó los cargos de Subsecretario de Trabajo, Ministro de la Vivienda y Ministro Secretario General del Movimiento.

Consumada la operación y ejecutado el derribo por Enrique Pavón Bellver, fundador de Derribos Pavón, se procedió a la construcción de un edificio comercial no exento de polémica. Fueron varios los proyectos que se propusieron con la intención de calmar las voces que se levantaron contra tal destrucción. Unas con elementos mudéjares y yeserías y otra inspirada en la edificación derribada, con ciertos valores locales pero descartada por el propio Moreno de la Cova. La aprobada y conservada hasta hoy –diseño de  los arquitectos Blanco Soler y Medina Benjumea- con su mole cuadrada y frías piedras marmolíneas ha hecho tanto daño estético como influencia ha tenido en las demás construcciones que conforman en la actualidad la emblemática plaza, epicentro y punto de encuentro de los sevillanos.

No es ninguna novedad afirmar que la dimensión espacial del patrimonio en una ciudad se ha centrado principalmente en el discurso sobre los centros históricos, algo que se ha venido, más o menos, respetando desde la elaboración de la Carta de Atenas de 1931. Los edificios son historia viva de la ciudad y su custodia y conservación es algo tan relacionado con sus habitantes que no es arriesgado pensar que quien protege el hábitat y su legado, también lo está haciendo con la ciudadanía. Porque se está hablando de cultura y arte, patrimonio arquitectónico acumulado a través de siglos y que, de generación en generación, forjan la identidad de un pueblo.

Posiblemente ocurrió en una época en la que los andaluces en general y los sevillanos en particular no tendrían asumidos los cambios que las ciudades y su economía necesitaban, pero eso es un objetivo que nunca debería desdibujar los lugares que conforman el tesoro artístico y el icono por el que se identifica una población y su herencia histórica. Las piedras labradas, los artesonados, las forjas y los bronces, las azulejerías y yeserías, los tapices, bordados y las maderas nobles y talladas,… nos dicen mucho de las personas que vivieron en ellos, sustituyéndolos en nombre del progreso por “ikeas” de aglomerados es atentar contra la personalidad de un pueblo y sus raíces.

En las siguientes imágenes (que pueden herir la sensibilidad del lector) os muestro el antes y el después del maravilloso palacio de los Sánchez – Dalp, donde se nos muestran lo que Sevilla perdió, lo que hoy no se perdería, parte de un ayer de esplendor, muestra de una cultura milenaria que hubiera merecido ser conservada y respetada.

Ahora

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Antes

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Uno de los padres de la arquitectura regionalista sevillana, el arquitecto argentino, formado en Barcelona y sevillanizado, Simón Barris y Bes, fue el que ejecutó a principios del siglo XX esta bella obra. En ella combinó mezclas platerescas con manieristas, protobarrocas y barrocas. Durante mucho tiempo este palacio fue el referente del «estilo sevillano» que influyó en arquitecturas posteriores y fue, como modelo, la ocasión para promover nuevas escuelas de artistas cerrajeros, yeseros, ceramistas, tapiceros y carpinteros de prestigio.

Queden estas imágenes en nuestra memoria colectiva como ejemplo de lo que no debió suceder: la destrucción de una de las joyas más importantes de la arquitectura regionalista contemporánea en la ciudad más castigada por la piqueta de un puñado de ropa.

Por Fernando Repiso, autor del artículo de esta referencia, publicado el 5 de enero de 2009:
http://www.cosasdeandalucia.com/web/index.php?option=com_content&task=view&id=164&Itemid=185